Sísifo

Nombre o apodo

Sísifo

Edad

Dice que 46 pero se ve de 30 aprox.

Obsesión

Necesita obsesivamente fabricar artefactos que va dejando por ahí; cosas, incógnitas móviles, cacharros y ensamblajes que no sirven realmente para nada. No le preocupa en lo absoluto la inutilidad de sus inventos, pero le es de vital importancia que estos, tengan capacidad de movimiento. Suele molestarse si alguien se atreve a decirle que son obras artísticas.

Acción

Después de finalizar una especie de laberinto atiborrado de toboganes -pero que ni siquiera es un laberinto con entrada y salida- en el que hacía avanzar limones que recorrían caminos sin dirección, sentido u objetivo, trabaja actualmente en un artefacto que dice haber soñado en su infancia. Su nuevo proyecto consiste en dispensadores de arena gigantes que esparcen granos de arena, sobre contenedores que absurdamente ya están llenos de la misma arena… o algo así.
Observaciones
Similitudes con trastorno obsesivo, pero sin síntomas evidentemente negativos más allá de cierto rechazo a socializar.
Laberinto de limones. “O sea, no estoy muy seguro de… de que funcione o de que no funcione, pero de lo que sí estoy seguro es de que estos limones tendrían que permanecer normalmente aquí y que luego yo debería de dibujar un círculo alrededor de cada uno de ellos, con un lápiz normalmente rojo… Esto para hacer un contraste entre el círculo que dibujo y la superficie de madera, además del amarillo o verde –en el mejor de los casos– del limón. La inclinación del plano que formará el laberinto será una especie de resbaladilla que permitirá la caída y la aceleración del limón… Por otro lado acá… puesto nombres…”

“Él me había dicho que en la escuela lo habían metido a un taller de manufactura y diseña. Así le decía él: Taller de manufactura y diseña. Llegaba a la casa y sacaba su cuadernito para hacer la tarea, recortaba cosas, dibujaba líneas, volúmenes, garabatos, y luego salía al jardín como a romper palos o yo qué sé. Niños jugando pensaba yo. La maestra me comentó a fin de año que ese taller no existió nunca y a mí me hizo gracia. Lo dejé pasar. Hace algunos días encontré uno de esos cuadernos que llenaba obsesivamente cuando era niño”.

Joana, madre de Sísifo